No me canso de abogar por la coca y la marihuana, plantas medicinales las dos, tal como las consagró la propia medicina occidental hasta fines del siglo XIX. Al amparo de tal prestigio se extendió su aprovechamiento en Europa. La medicina experimental, por entonces, empleó la marihuana para las aplicaciones que ahora se redescubren, tal como es el caso del aceite que de ella se deriva para aquietar convulsiones, como comprueban las madres de Mama Cultiva, cuyo fundamento legítima el propio Colegio Médico. 

En el caso de nuestra coca, vejada hasta hoy por la ley, para vergüenza de nuestros Gobiernos, fue prestigiada desde el inicio del s. XIX, tanto en Europa como en los Estados Unidos, por el doctor Hipólito Unanue (1794, 1821), dando lugar al Vin Mariani en Francia y a la Coca-Cola en “America”, que la convirtió en su emblema mundial.

A finales de ese siglo,sin embargo, surgió una pseudo disciplina científica que ganó autoridad, como ha sido la Psiquiatría, dominando el campo de las enfermedades “mentales”, dando inicio a una larga lista de “diagnósticos”, entre los cuales la “intoxicación crónica” (Kraepelin, 1894), convertida en “cocainismo indígena” (Valdizán, 1913), así como el uso tradicional del cáñamo (marihuana), conservado en muchas regiones del mundo.

Al paso de las últimas décadas, gracias a la justificada desobediencia civil, se fue difundiendo el uso de marihuana en todo el mundo como la “droga” más “adictiva”, siendo por lo tanto estigmatizada y perseguida por los Estados comprometidos por la Convención Única de Estupefacientes (Nueva York, 1961-1962). Resulta paradójico que continúe en Bolivia la estigmatización y persecución psiquiátrica de la marihuana habiéndose recobrado plenamente el prestigio de la coca como planta medicinal.

Puede parecer irrisorio, pero rescaten la verdad.

El bienestar de nuestros pueblos demanda la reconsideración por el Ministerio de Salud, de la argumentación que sustenta su actual política frente a las “drogas”, incluyendo entre estas a la marihuana y a la coca. Asumir la coca como recuso estratégico para enfrentar situaciones de emergencia; reconocer el carácter medicinal de la marihuana, incluida desde el año 2001, en el Código Penal, abriría la perspectiva de una mejor atención de salud a nuestros pueblos. Estamos en un período de cambios y la tácita propuesta constituiría una psiquiatría social alternativa, para enfrentar los retos que se avecinan.

La próxima Marcha Mundial de la Marihuana (MMM 2017, 20 de abril) debe ser una oportunidad para manifestarnos como amigos de dos plantas que jamás debieron perder el prestigio medicinal que les acompaña. Una revolución verde bien nos vendría en estos tiempos.


(Foto: bucket.glanacion.com)