La reciente normalización del uso de cáñamo (cannabis sativa, c. indica) ha descartado en la práctica, y es probable que también en la teoría, el estigma psiquiátrico de constituir una enfermedad mental, una drogadicción. Hoy, en Canadá se tiene reconocimiento público de su uso como saludable. 

Por ser un psicólogo social me siento autorizado a ocuparme de un tema que habitualmente pertenece al mundo de la clínica, dominado por el pensamiento psiquiátrico que asumió la psicopatología, sin reconocer los antecedentes médicos ni los progresos de la propia psicología. 

Encargarse de orientar a la opinión pública y asesorar a instancias del poder, le confirieron a la doctrina psiquiátrica de las toxicomanías carácter de ley y, una descalificación de los infractores al considerárseles enfermos mentales, quedando desprestigiados con el estigma propagado por los medios de comunicación. De allí nació el uso indistinto de la palabra “drogadicción” o “farmacodependencia”, para sustancias y usos tan distintos como inyectarse heroína o fumar marihuana. Equivale al cargo de herejía manejado ampliamente por el Santo Oficio. 

La propuesta es muy simple. Si se trata de regular el psiquismo, muchos recursos hay para ello, desde la música al uso de variadas plantas cuyos beneficios son reconocidos en los pueblos que han mantenido un manejo de las mismas durante siglos. Tal es el caso de la hoja de coca , del mismo café, el tabaco, el té, etc., considerados alimentos del sistema nervioso por Paolo Mantegazza, en su célebre ensayo Sobre las virtudes higiénicas y medicinales de la coca y otros alimentos nerviosos (Milán 1859).

La normalización del uso de marihuana en Canadá recupera la perspectiva estrictamente médica que la justifica. Es de esperar que la apertura canadiense refuerce la liberación de la marihuana que aún no llega a nuestras tierras.